martes, 25 de noviembre de 2008

... y llegó de repente... y se acurrucò en el pasto... me avisaron que ahì estaba, ya me conocen bastante por acà para saber que ellos son mi debilidad... y salì a mirarlo... con el sin fin de frases dando vueltas en mi cabeza... de una mala noche... y ahì estaba, sentado, contemplando... con ese brillo en los ojos que da miedo... porque èl estaba aterrado... y fue como mirarme en un espejo perfecto.... el màs perfecto reflejo... en sus ojos vi los mìos... y en los mìos viò tamibèn miedo... estaba aterrado, yo también... màs yo no podìa correr del miedo en cuatro patas... y èl tampoco... alguien le habìa lastimado una... desestabilizando su huìda... y nos miramos fijo por ocho segundos... y en esos ocho segundos se me volviò a partir el alma... y me sentì tan lastimada como ese gato negro... que se escondiò asustado... lo mismo hice yo... posterior a la tormenta... donde queda ahora... retirar escombros y volver a construir...

"... en la quietud perfecta, todo empieza a temblar, se remueven mis caminos, se hace trizas el retrato de mi infancia y su calor, mi familia y mis amigos se me ponen frente a frente y solo me hacen pensar si al medio de esta tormenta nacerán las flores de un lugar Azul e inmenso... justificar mi ausencia no es más que pretexto de vida y aventura, como oración sin leyes en libertad inquieta mi rostro se bañaba con el fulgor de las estrellas que cantan la mañana bien juntas con mis sueños todo estaba allí trenzado

hasta que dí el paso,.." (E. Gatti - El navegante)